In this volume, we discuss the alphabet, definite and indefinite articles, and verbs ser and estar, among other topics.
Here is a beautiful flash fiction piece by Eva, based on the experiences of several students who moved back home in the past few months and shared their stories in class.
Se despertó una mañana. La claridad de la luz le hacía daño en los párpados. Los pájaros piaban al lado de su ventana. Su cuerpo se sentía pesado. Poco a poco comenzó a desperezarse y finalmente levantó el brazo y agarró su teléfono móvil que yacía en la mesita de noche. ¡Las seis de la mañana! Apenas había dormido más de cuatro horas. La noche anterior estuvo trabajando hasta las dos de la madrugada. Se sentía cansada de estar aislada de sus amigos y familiares. La ropa le molestaba. Nada era lo suficientemente cómodo para estar en casa todo el día. Las noticias en televisión solo la desmoralizaban más. Cómo podía haber cambiado el mundo de una forma tan drástica – se preguntaba.
Vivía sola en un apartamento en el centro. Hasta hacía poco había sido feliz, tenia un buen trabajo, amigos interesantes y una vida social animada. De la noche a la mañana, lo que al principio parecía que sería una situación temporal, se había extendido por seis meses. Durante el verano volvió a ver a algunos conocidos, pero muchos de sus amigos se habían marchado de Nueva York y se sentía sola.
La verdad era que nada era igual que antes. Su familia había sugerido que abandonara su apartamento y regresara a Appleton, su pequeña ciudad en Wisconsin. Ella se negó en el momento, todavía tenia la esperanza de volver a su antigua vida glamurosa en una de las ciudades más fascinantes del país. Pero Nueva York llevaba meses en decaída. Las calles estaban casi desiertas, el crimen había aumentado y todos los centros culturales seguían cerrados.
Estaba cansada de comprar comestibles. Trabajar sin descanso y solo pensar en leche, huevos y verduras. Ir al supermercado era su ejercicio semanal, una especie de tortura y emoción por volver a llenar la nevera, y evento social. Las bolsas pesaban y sentía las gotas de sudor rodar por su cara cada vez que iba. Tenía que caminar quince cuadras con la compra en mano. Pero por difícil que fuese, estas escapadas al supermercado también tenían su lado positivo. En el supermercado charlaba con la cajera y se sentía acompañada por los otros compradores. Siempre se peinaba, se perfumaba y se pintaba los labios antes de salir de su casa para hacer la compra. Aunque luego cubriese su cara con la mascarilla desechable. Cuando veía a personas en la calle sonreía con los ojos.
Hoy era sábado y no tenía que trabajar. En este día cualquiera, decidió por fin tomar la decisión de regresar a Wisconsin. Trabajar en línea no suponía un problema y siempre estaba muy ocupada. Pero sintió haber llegado a su límite, la soledad la estaba consumiendo. Se acordó de Lucas y pensó que quizás pudieran dar otra oportunidad a su antigua relación.
Mientras caminaba por su apartamento empezó a entristecerse. Se sentía rendida. Dejó de empaquetar un momento y se sentó en el sofá. Cerró los ojos y respiró profundamente, inhalando y exhalando, por unos segundos. La nostalgia invadió su corazón. Empezó a pensar en todas las cosas positivas que había vivido en Nueva York. La diversidad y vivacidad de las calles. Pensó en lo libre e independiente que había sido. Pero los sentimientos de los últimos meses regresaron también.
De repente alzó ambos brazos y abrió los ojos, seguidamente alzó todo su cuerpo, levantándose con una extraña fuerza y ajeno empuje de energía. ¡Tenía que hacerlo! – pensó. Tenia que empaquetar y abandonar su vida actual. Mientras empaquetaba decidió llamar a su hermano. Su hermano era menor y una persona muy positiva. Charlaron por un largo rato sobre muchos temas, del pasado, sus padres y amistades, de trabajo, de Appleton, y de Nueva York. En fin, de la vida. Pronto la pesadez que había sentido en su pecho se evaporó. Ahora solo sentía ilusión por volver a casa. El calor y amor de su familia la esperaban. También la frescura del lago y la sencillez de su ciudad natal. Y con un poco de suerte, un futuro desenlace amoroso con Lucas.
Lo último que hizo fue apagar la luz, dar las llaves al casero y cerrar la puerta. Antes de esto había mirado el espacio vacío y dado las gracias al pequeño apartamento del centro donde había sido tan feliz antaño. Alzó su semblante y, con pasos decisivos, caminó, valiente, hacia el futuro.
Esta pequeña y sencilla historia está inspirada en varios comentarios que muchos estudiantes compartieron en clase durante la cuarentena. Regresar a casa también ha sido una difícil decisión que muchos han tomado. Mi deseo es seguir caminando hacia el futuro, juntos, con valentía y esperanza.
Con solidaridad,
Eva
Septiembre de 2020
Eva Munankarmi is a Spanish language instructor at Berges Institute.